Comparación de la Odisea, la Eneida y la Divina Comedia.


La Odisea
La Eneida
La Divina Comedia

Época
Procede de la tradición épica antes de ser redactada en el siglo VIII a.C. y fue transmitida de forma oral en siglos posteriores. En el siglo III a.C. fue traducida al latín y puesta por escrito para los hablantes latinos. Aunque, desde el punto de vista de Juan Ignacio González Merino, doctor en Filología Clásica, es posible que en el canto XI se sucedan dos versiones diferentes del mundo de los muertos, manejadas por el propio aedo. Esta obra estuvo “abierta” durante siglos, lo que quiere decir que pudieron realizarse añadidos a la obra original de Homero y pudieron retirarse algunos otros fragmentos que no resultaban de agrado para los aedos que lo difundían oralmente.
Fue compuesta en el siglo I a.C., exactamente desde el año 29 a.C. hasta el 19 a.C., el día de su muerte. La escribió por encargo del emperador Augusto con el fin de honrar el imperio.
A su muerte, Virgilio ordenó quemarla porque no la consideraba perfecta, pero propio Augusto ordenó que publicaran la obra tal y como había quedado.
Dante Alighieri escribió esta obra en el siglo XIV, en el inicio del Renacimiento. Debido a la influencia de este nuevo movimiento cultural, la Divina Comedia presenta rasgos tanto medievales como renacentistas, acudiendo a las dos épocas en distintos momentos de la narración.
La obra de Dante está cerrada, pero podemos considerar un cambio posterior: el título, que pasó de Commedia a Divina Comedia debido a la acuñación del término divino por parte de Giovanni Boccaccio, por considerar que la obra canta a la cristiandad.
Tras la muerte del autor, la obra cobra mucha importancia y se extiende rápidamente por Italia, colaborando así a la consagración del toscano como lengua culta.



Lengua empleada
Homero utilizó un dialecto griego artificial, la lengua homérica, para componer la Ilíada y la Odisea, aunque no fue realmente hablado. Esta lengua está llena de arcaísmos, formas lingüísticas que en su época ya habían desaparecido, y elementos de otros dialectos y lenguas, como el jonio y el dorio.

Virgilio empleó el  latín clásico.
Dante Alighieri escribió la Divina Comedia en dialecto toscano, que fue la matriz del italiano hablado en la actualidad, y que se usó entre los siglos XI y XII.
En el Infierno usa un lenguaje bastante sencillo. Después, en el Purgatorio, este nivel se va incrementando y en el Paraíso usa un lenguaje muy complejo, lo cual simbolizaba la superioridad del Paraíso, lugar donde se encuentra Dios.

Protagonista  resolución del viaje
El personaje principal de este relato es Odiseo (o Ulises), el héroe que trata de regresar a Ítaca con su familia (su mujer Penélope, su hijo Telémaco y su padre Laertes). Allí también le aguarda su cargo como rey.
El protagonista de esta obra es Eneas, que es un semidiós y un héroe troyano que consiguió escapar de Troya con su padre y su hijo menor al acabar la guerra.

El personaje principal es el propio Dante, que a la edad de 35 años se siente perdido y simboliza esa sensación en su obra. Dante se extravía y llega a una selva en la que se encuentra con animales, que simbolizan la lujuria y el descontrol.

Objetivo del protagonista
Odiseo quiere volver a Ítaca con su esposa y para eso debe ir a buscar al anciano Tiresias, para que éste le indique el camino de vuelta a casa.
Eneas quiere ver a su padre Anquises, que se le ha aparecido en una visión. Tras verse con él y después de que éste le revele su destino surge en Eneas el deseo de la fama y el propósito de la fundación de la nueva Troya (Roma).
Dante busca redención, escapar de los pecados que le han apartado del camino recto de la vida, acudiendo a la llamada de Beatriz.

Reencarnación
Las almas no se pueden reencarnar, simplemente habitan el Hades hasta el fin de los tiempos.

Anquises le dice a su hijo que después de 1000 años y tras beber del Leteo, las almas pueden volver a habitar cuerpos habiendo olvidado todo sobre su vida anterior.

Las almas no se reencarnan, pero pueden expiar sus pecados para llegar al cielo: se intuye esto como una especie de “nueva vida” para ellas, pero no se explica más ni se da a entender nada que nos pudiese sugerir una reencarnación.

División del Infierno en zonas
El infierno que nos expone Homero no está dividido en zonas. Todos los muertos tenían un destino común, en el cual vagaban de un lado a otro carentes de cualquier sentimiento o sensaciones. Esto pudo completarse con interpolaciones al final del canto XI. Como tal, en la Odisea nos encontramos el Erebo, que es la zona de entrada donde las almas acuden a beber sangre, y el resto del Hades o Campos de Asfódelo donde, además de las almas corrientes, habitan personajes que han tenido una relación (positiva o negativa) con los dioses. Se hace una mención del Aqueronte, el Cocito, el Flegetón y la laguna Estigia en el canto X, pero no se llega a ahondar sobre ellos.
El Infierno de Virgilio menciona, como en el de Homero, las mismas zonas de Aqueronte, Estigia, Cocito y Flegetón y un pasillo o vestíbulo inicial como puede ser el Erebo (sólo que aquí no tiene ese nombre ni acuden las almas a beber sangre), solo que en otra disposición, pero luego aparecen nuevas regiones: nos encontramos el Tártaro, un abismo para los castigados, la cueva del Cerbero, los Campos Llorosos, los Campos de los troyanos muertos en guerra, los Campos Elíseos, el Palacio de Plutón y el río Leteo. Además, mientras que Odiseo no baja al Infierno, Eneas sí, lo cual refuerza el que en esta obra se ahonde en la geografía y en las zonas del Averno mientras que en la Odisea no.
El Infierno de Dante es radicalmente distinto al presentado en las dos obras anteriores. A pesar de que en la entrada siga estando Caronte con su barca para cruzar almas, una vez cruzado ese umbral infernal nos encontramos con un cono invertido dividido en nueve anillos, cada cual más pequeño que el anterior y con habitantes más pecaminosos. Mientras que en la Odisea el plano del Infierno es horizontal y en la Eneida sólo se hace mención del abismo que se abre hacia dentro, el Tártaro, en la Divina Comedia de primeras nos encontramos la idea de descender, para luego ascender hacia el Cielo.

Localización del Infierno
Según lo leído en el canto X, Odiseo debe navegar en una nave por mar hasta llegar al fin de la tierra, que por aquel entonces imaginaban que era plana. Al llegar, se encuentran con el río Océano, que delimita el mundo de los vivos del mundo de los muertos. Debemos aclarar que esa es la manera en la que los vivos, ayudados por seres que no son mortales y tienen algún tipo de poder (dioses o magos), pueden acceder al Hades. Sin embargo, para los muertos hay un trayecto casi instantáneo que desciende verticalmente hacia el Infierno, lo que nos da una idea de profundidad sobre el plano terrenal.
Según lo leído en el canto VI, Eneas llega a Cumas (Italia) donde, con ayuda de la Sibila y tras una serie de rituales, puede bajar al Averno.
El Infierno de Dante se encuentra por debajo de la superficie, sin ningún punto en concreto ni ningún marco geográfico ofrecido al lector.

Características del Infierno
En el Infierno de Homero existía una noche perpetua y una oscuridad absoluta. Es concebido como un reino tenebroso, pantanoso, lóbrego, frío, triste, oscuro, de difícil acceso, sin apenas luz solar y de aguas estancadas y malolientes, aunque sí se menciona la vegetación (árboles de frutos y bosques) al final del canto XI cuando se habla del prado de Asfódelo.
En el Infierno de Eneas encontramos un ambiente similar al de Odiseo. Umbrío, lleno de sombras, oscuro. Pero también hay zonas bellas, tranquilas y luminosas, como los Campos Elíseos donde volvemos a encontrar vegetación como en la Odisea.
En el infierno de Dante no encontramos ni un ápice de belleza, tranquilidad, serenidad o luminosidad. Todo es oscuridad, sombras, cada anillo es más tenebroso y pesado que el anterior. Con sus propias palabras Dante nos dice que a cada anillo siente más presión sobre sus hombros, más dolor y angustia. La geografía se suele dejar de lado en los cantos y en su lugar se hace una descripción de lo que está sintiendo Dante al pasar por cada círculo.

Personajes presentes en el Infierno
Los personajes más importantes del Hades son las almas, como el anciano Tiresias o Anticlea. Sin embargo, al final del canto XI se da a entender que existe un juicio final, cuyo juez es Minos, lo cual entra en conflicto con lo dicho de las almas anteriormente, a lo que se suma la posible interpretación de la existencia de los personajes enmarcados en los supuestos Campos de Asfódelo, como Orión o Sísifo y de los que se sugiere una presencia física al contrario que las almas anteriores, intangibles.
En la Eneida nos encontramos como personajes más importantes a las almas, Caronte, el barquero, el Cerbero trifauce, Minos y Radamanto como jueces de las almas, Tisífone como encargada de aplicar castigo a dichas almas y los diferentes personajes que se encuentra Eneas como Palinuro, Deífobo, Dido y su padre, Anquises.
Si Virgilio toma los personajes contemporáneos de Eneas, Dante va un paso más allá. Todos los personajes de renombre que aparecen pertenecen a las antiguas culturas romana y griega, además de los personajes principales del pensamiento cristiano añadidos por Dante, como Lucifer, Judas o sus propios contemporáneos. Es así que Dante unifica todas las personalidades de las diferentes culturas y asigna a cada uno un pecado cometido.

Las almas
En la Odisea son seres inmateriales, intangibles, que tienen la imagen del cuerpo que poseían antes de fallecer y que no conservan su anterior conciencia. Entre ellos no existen clases sociales ni rangos.
Sin embargo, son capaces de alimentarse de algo material como es la sangre e incluso son atemorizados por un objeto tangible, el cuchillo, que en teoría no puede dañarles. Vemos esto materializado cuando Odiseo intenta abrazar a su madre y falla. Nosotros consideramos que Homero percibe la sangre como alimento para el corazón, de este modo, cuando las almas la beben, vuelven a estar activas como la persona que fueron en el mundo de los vivos, conservando todos los recuerdos y capacidades intelectuales que la muerte les arrebató.
Hemos de añadir que, aunque son seres intangibles, los que habitan los Campos de Asfódelo, como Titio, tienen una interacción: dos buitres le están comiendo el hígado. De este y del resto de personajes de aquí no se explica si son iguales a las almas encontradas al principio, pero se nos da a entender que sí que tienen una presencia física.
En la Eneida, como en la Odisea, no podemos hablar de las almas como algo "vivo" que exista en el Averno de manera física y palpable. Las almas, como en la Odisea tienen conciencia, pueden hablar, expresarse, conversar (sólo que no necesitan beber sangre para hacerlo) y su presencia tiene peso a pesar de ser meros entes espectrales. Eso es  suficiente para alertar a Eneas y obligarle a sacar su espada. De nuevo vemos el caso del protagonista: Eneas intenta abrazar a su padre y no consigue tocar nada. Vemos aquí también claro que las almas pueden sufrir a pesar de no ser corpóreas, como vemos en los castigados del Tártaro o las almas que pueblan el Flegetón.
Es en la Divina Comedia donde se introduce la idea de que estas almas puede que tengan un efecto en los vivos. Vemos cómo Virgilio da palmadas a Dante y este parece sentirlas y, llegados a un punto, éste incluso carga con el protagonista en el último anillo, pero no podemos determinar si esto es meramente un recurso por parte de Dante o si es algo que realmente se manifiesta en todas las almas. De igual forma que antes, las almas presentes en el Infierno sufren castigos y podríamos clasificar algunos como físicos incluso. Además, estas almas son las más “humanas” parecidas a como fueron en vida, en cuanto a personalidad y la forma en la que hablan con Dante, que nos dejan entrever emociones o pensamientos más allá de las emociones simples vistas en las dos obras anteriores.
Localización de las almas
Las almas se encuentran dispersas por todo el Hades y no encontramos signos de un orden o distribución establecido. Ni siquiera el juicio que se nos da a entender en la parte moderna implicaría de por sí una división de zonas.
Las almas se encuentran divididas según como se han portado en vida. Las buenas están en los Campos Elíseos y las malas en el Tártaro. Además, vemos que en torno a cada zona encontramos un río y un tipo de agua que corresponde con la clase de almas que habitan ahí.
De esta forma lo expresa Claudia Navarro con la siguiente clasificación de las almas:
Lugar: Entrada al infierno.
Río: Aqueronte y Estigia.
Aguas: lívidas, estáticas, oscuras, nefastas.
Almas: desesperadas, temerosas, desahuciadas.
Lugar: Tártaro.
Río: Flegetón.
Aguas: calientes, encendidas, torrentosas, violentas.
Almas: penitentes, mortificadas, condenadas.
Lugar: Campos Elíseos.
Río: Leteo.
Aguas: claras, mansas, vivas, puras.
Almas: tranquilas, pacientes, perdonadas.
De esta forma Virgilio mediante el lugar y la descripción de las almas nos da a conocer su idea de la distribución de las mismas en cuanto a su muerte y juicio.

Las almas se encuentran por cada uno de los anillos que forman el Infierno y, conforme vamos bajando, encontramos almas que han cometido pecados peores. La distribución de las almas es realizada por el juez Minos.

Juicio
No hay juicio moral que afecte a las almas, y sólo podemos intuirlo en la parte moderna de la obra por la mención que se hace de un juicio que no se llega a explicar. Esta idea del juicio y sus implicaciones es el que suponemos que más tarde refleja Platón como base para las ideas de sus textos sobre el bien y el mal, que a su vez influirán en el desarrollo de estos conceptos aplicados al Infierno en Virgilio.
Como en la 2ª parte del canto XI de la Odisea, Minos es el encargado de evaluar las almas, junto a Radamanto. Según hayan sido buenas o malas en vida, van al Tártaro (y al circundante Flegetón) o a los Campos Elíseos. Vemos aquí por tanto el desarrollo de las ideas de bien y mal planteadas por el filósofo Platón y cómo afectan a la obra de Virgilio y la composición de su Averno.
De nuevo es Minos quien, en el segundo círculo, se encarga de enviar las almas de los muertos que llegan al anillo que corresponde con la gravedad de su pecado. No se hace ninguna mención de Radamanto al contrario que en la Eneida. Es sólo en esta obra donde se detalla el tipo de juicio que hace Minos, mientras que en las otras dos se hace una simple y breve mención.

Guía del protagonista
Nadie acompaña al Hades a Odiseo, pero Circe le aconseja sobre qué debe hacer y los rituales que debe realizar, como el de la libación.

La Sibila acompaña a Eneas al Averno y le ayuda en su viaje frente a situaciones como la de Caronte o el Cerbero.

Virgilio acompaña a Dante durante su travesía por el Infierno, ayudándole a entrar en él y resolviendo todas las situaciones complicadas que se le presentan al protagonista.

Rituales
Odiseo se acerca donde confluyen los ríos Piriflegetón y Cocito y abre un hoyo en el suelo y hace una libación a todos los muertos con aguamiel,  después con vino y luego con agua, y debe añadir harina. A continuación suplica a los muertos y les promete que al llegar a Ítaca les sacrificará la mejor vaca no paridera, que llenará la pira de manjares, y también que a Tiresias le inmolará el mejor carnero negro que tenga en su rebaño. Tras suplicarles, Odiseo sacrifica un carnero y una oveja negra, mirando hacia el Erebo.   
En la Eneida no encontramos rituales de invocación, pero sí uno para poder acceder al Averno. Eneas debe llevar una rama dorada (también conocida como vara del destino) para que Caronte le deje montar en su barca. Luego, antes de entrar en los Campos Elíseos, debe lavarse las manos, para purificar su cuerpo, y ofrecer el tributo a Proserpina tal y como le había indicado la Sibila.
En la Divina Comedia, en cambio, nos encontramos que Dante no cumple ningún ritual o prueba para pasar al siguiente anillo o zona y es de hecho Virgilio quien le sirve como instrumento para superar todos los obstáculos que se le presentan en su avance por el Infierno, como la increpación de Minos y Plutón o la amenaza del Cerbero.

Simbología
El agua representa la vida en la libación de la que hemos hablado antes, y la muerte cuando se habla de los ríos fangosos del Infierno. También, hablando de la obra en general, viendo el mar por el que llega y sale Odiseo, el agua aquí representa la vida, que está llena de sufrimientos (peligros del mar con los que castigan a Odiseo) que no pueden ser evitados.
Asimismo, la sangre representa la vida en el rito que Odiseo lleva a cabo en el Erebo.
También encontramos la simbología de luz y oscuridad, sobre todo la falta de lo primero una vez se encuentra Odiseo en el Hades.
En la Eneida aparece la simbología de la luz como vida y creación y la sombra como su contrapunto. Sin embargo la simbología más importante en el Infierno es el agua, que relacionamos con el lugar en que  se encuentra y el tipo de almas que ahí aparecen.
Si en las anteriores obras la simbología principal tiene que ver con lo terrenal y lo físico, como pueden ser el agua, la luz, la oscuridad y la sangre, la simbología de la Divina Comedia remite a los personajes sin centrarse tanto en qué simbolizan los elementos del viaje. Cada personaje que aparece representa el juicio histórico del autor de una forma u otra. Estos personajes simbolizan a su vez los pecados (Infierno) y tentaciones (Purgatorio) que Dante debe sortear. Vemos todo esto más claro con los personajes principales, que simbolizan conceptos muy claros de la filosofía y que nos sirven como punto de partida para el resto. Dante sortea los pecados y tentaciones con ayuda de Virgilio, que representa la razón, la decisión adecuada, pero también la poesía que guía a Dante en su vida como escritor. Por otro lado está Beatriz, símbolo de la Teología, del acercamiento a Dios, de la purificación. Cuanto más lejos de Beatriz, y por tanto de Dios, más dolor. La simbología elemental más clara es la más obvia: nos encontramos con la simbología de "luz = bueno" y "oscuro = malo”.
Cómo salen del Infierno.
Odiseo vuelve por el mismo camino por el que ha accedido al Erebo y, una vez en el barco, abandona el Hades.
Después de hablar con su padre, Eneas se encuentra con dos puertas del Sueño: una de cuerno “por la cual tienen fácil salida las visiones verdaderas” y otra de marfil por la que son enviadas a la Tierra imágenes falaces. Eneas pasa por la puerta de marfil, encontrándose enseguida con el resto de sus compañeros.
Dante sale con Virgilio del Infierno por una pequeña hendidura en la roca del último anillo, que da a una caverna por la que se puede salir al Purgatorio.

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